91. Culpa y responsabilidad.

Hay sujetos que sostienen una posición subjetiva en la vida que es la siguiente: se quejan de todo y por todo; además, la culpa de lo que les pasa es siempre de los demás: “yo soy así a causa de mis padres”, “la culpa es de tal hombre que no me deja en paz” o “de esa mujer que no me quiere”, etc. Se quejan y no asumen para nada una posición responsable respecto de lo que les sucede. Se esperaría que todo sujeto que padece un sufrimiento, antes que nada, piense si todo eso de lo que se queja, tiene algo que ver con su manera de ser, de pensar o de actuar.

La posición subjetiva “normal” de la mayoría de los seres humanos es más bien la de responsabilizar a otros por lo que les pasa a ellos, quejándose de los demás sin percibir la responsabilidad subjetiva personal en esa queja. Inclusive, sucede también que la persona culpa de su sufrimiento a su propio inconsciente -El inconsciente es un saber no sabido por el sujeto-, de tal manera que las personas dicen “me traicionó el subteniente”, cuando por ejemplo se equivocan al hablar o realizan un acto fallido accidental. Su posición se puede describir así: “¡Es mi inconsciente! Yo no soy responsable de nada...”. Por eso es importante transmitirle a todo sujeto, que él es el único responsable de todo lo que le pasa -con excepción de algunos accidentes-. Es decir, que -para decirlo dramáticamente-, la persona que habla, que se queja y que sufre, está siempre, desde esta perspectiva, en posición de acusada. Pero decir acusada, es decir también responsable; esto significa que ese sujeto está en capacidad de responder por lo que hace y lo que dice.

Hay sujetos que no se sienten implicados en el ámbito de su responsabilidad, que no responden por nada. Es la posición del canalla, el cual busca siempre una excusa para sus actos. Otros, en cambio, buscan siempre disculpar a otro de lo que hace, como es el caso de algunos padres con sus hijos.

Un sujeto que responda por lo que dice y hace, es la clase de sujeto que se espera en todo vínculo social, es decir, un sujeto no sólo responsable de su sufrimiento, sino también, y en última instancia, de su destino.

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